Les ofrecemos imágenes de protección, imágenes que les transmitan seguridad.
Y la mejor manera de que estas imágenes lleguen a su corazón no es por medio de una conversación racional, sino mediante los cuentos. Eso logran los pequeños cuentos de protección, donde presentamos seres humanos o animalitos que encuentran un lugar seguro donde vivir y dormir. Justo eso necesitan los niños sentir: que el mundo es un lugar seguro, que son queridos y bienvenidos, que el mundo es BUENO.
Es el cuento del Hotel Piña de Pino, escrito por mi maestra y amiga Suzanne Down, directora de la Escuela de Arte en Cuentos y Títeres Juniper Tree, en Boulder, Colorado, EU.
El Hotel Piña de Pino
“Buenos días, buenos días! ”
Todo estaba quieto y silencioso a la sombra de los árboles, cuando acertó a pasar por ahí un niño fuerte, buscando piñas de pino para vender. Cuando encontraba una perfecta, la ponía en su gran cesta y seguía buscando más.
Piñas de pino para ti,
Muchas piñas encontraré
Y en el mercado las venderé.
Entonces la tiró por la colina y dijo: “Eres demasiado vieja y estás muy desgastada, Abuela Piña. Nadie te compraría en el mercado!”
La piña solitaria rodó y rodó por la colina a través de las agujas y ramitas de pino, hasta que se detuvo al chocar con un gran tronco cubierto de musgo que había estado tirado allí durante cien años. ¡POM! aterrizó allí la piña… y cayó al revés!
Mamá Catarina vió a la vieja Abuela Piña de Pino, y estaba llorando.
“Soy vieja y fea y no le gusto a nadie”, sollozó.
La Abuela Piña de Pino dejó de llorar y miró hacia arriba.
“¿Vivirías en mis habitaciones de piña? ¿Puedo ser útil para ti?” dijo la Abuela Piña, sorprendida y muy contenta.
“Sí, seguro que sí”, dijo Mamá Catarina. Y enseguida, cada uno de los veintisiete bebés catarinas y la mamá recogieron trozos suaves de musgo y volaron a las habitaciones de la Abuela Piña de Pino.
¡La Abuela Piña de Pino se mantuvo en pie, incluso aunque estaba al revés! Estaba orgullosa de ser útil junto a este tronco lleno de musgo.
Podía sentir las dulces cosquillas de las veintisiete catarinas bebés instalándose en su nuevo hogar.
En el momento en que la luz de la luna brilló a través de los árboles, sus inquilinos ya estaban durmiendo sanos y salvos en su nuevo Hotel Piña de Pino. Ni siquiera le importaba que estuviera al revés. Se mantuvo firme y fuerte mientras escuchaba la dulce paz de las catarinas que tenía a su cuidado. Y las catarinas durmieron más contentas que nunca.